Detrás de las letras
- adriana rombola
- 29 nov 2024
- 1 Min. de lectura
El escritor apenas dormía, las letras lo despertaban a los gritos: A,G,T,M…Su mente atribulada y seca intentaba descifrar la historia oculta tras ese cúmulo de fonemas encriptados. No lo lograba: personajes, conflictos, desenlaces se ocultaban, sin piedad, en su cabeza desorientada.
Decidió que era más fácil olvidar que revelarse a sí mismo que sus posibilidades creativas estaban aletargadas.
Un día, porque todo lo grave sucede en un día, la historia de su infancia se le abalanzó y lo mordió: vio el cinturón despiadado de su padre que lo golpeaba porque, en la escuela, escribía letras sueltas. Cuando ese niño quería hablar, el cinturón con hebilla plateada le sacudía la carne y el espíritu.
No tenía historias, sólo pesadillas de letras inanimadas…hasta que el cinturón de hebilla plateada se despertó y comenzó a castigar, sin detenerse a su padre muerto. El hombre no entendía, el niño sí. No lograba sentir dolor, sin embargo, algo de conmiseración lo sacudía.
Las letras se fueron acomodando, y de a poco, formaron palabras, oraciones, párrafos, y finalmente, textos que exigían ser escritos.
El cinturón se había escondido, la mordedura estaba intacta, pero ya no dolía tanto y el escritor cumplió con lo exigido por sus cuentos.
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